lunes, 25 de abril de 2011

reglas

típico: antes de empezar a conocer a alguien te decís a vos mismo "no debo ilusionarme, no quiero ilusionarme". Pero en el camino, a veces, te perdés. A veces esa cercanía con los sentimientos, con los pensamientos más profundos del otro generan ese fenómeno muchas veces indeseable, ese que queremos aplazar, que esperamos que con un abrir y cerrar de ojos se disuelva en la nada. Claro que esto se potencia cuando uno no solamente está solo, sino que además sufre esa soledad. Y, así, transformamos cada mínima señal, cada mínimo gesto, cada escueto comentario, en toda una historia para contar, una que casi siempre cuenta con más páginas de las que debería tener. Son las secuelas de la soledad, de sentir que pareciera que nunca va a ser el momento para nosotros de ser felices con alguien. Y entre más lo pensamos, más nos desesperamos, y menos creemos que ese día llegará. El consejo es el de siempre: tener fe en un mismo, olvidarnos de esa inseguridad, aprender a convivir con uno mismo y, sobre todo, a esperar.

Mientras tanto, nuestra regla va a continuar siendo violada eternamente.

1 comentario:

  1. ¿Y eso es madurez, el saltarse SUS propias reglas? ingenuo añorar una relación seria si los propios principios no tienen ninguna importancia para uno mismo.

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